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Mucha gente experimenta el aprender a vivir como algo pesado y tortuoso, sin embargo, el aprender es la actividad preferida de nuestro cerebro. ¿Cómo es posible?
La razón es que la forma en que se nos imparte la información, a menudo no es adecuada a cómo aprende nuestro cerebro de forma natural.
-Los niños aprenden de forma diferente que los adolescentes,

-los adolescentes de forma distinta a los adultos.

-Los adultos  aprenden de otra forma que las personas más mayores.

Todos conocemos la famosa frase “si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tú primero”. Y la asumimos, nos trabajamos, procuramos conocernos mejor, liberarnos de nuestras trampas mentales, desarrollar nuestra conciencia, ser mejores personas… La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿pero esto le sirve a alguien?

Si simplemente me quedo mirando mi ombligo y ocupándome de mí mismo/a, si simplemente me resulta de utilidad a mí, a mi aprendizaje, a mi evolución… el trabajo habrá sido en balde. Si cuanto aprendes, descubres no eres capaz de manifestarlo al mundo, de mostrarlo a los demás, tu esfuerzo habrá sido en balde.

¿De qué sirve que tu Luz te permita no tropezar con la piedra del camino si no evita que quienes viajen a tu lado se partan la crisma? Recuerda una cosa: la evolución siempre es global o no es Evolución; cuanto no repercute en el Todo no repercute en nada.
También el éxito a la hora de aprender depende del tipo de alumno y maestro al que pertenezcamos, del método  y de la situación en la que nos encontremos.A parte que, los procesos de aprendizaje sólo funcionan cuando el maestro, transmite la información al alumno dando ejemplo. – «Haciendo lo que dice“.

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